Estaba cantado que el asunto de Piqué no podía tener otro desenlace. Después de que la selección ganara 0-2 en Albania, el jugador comunicó lo que muchos temían y otros tantos deseaban: Renuncia a la selección debido al hartazgo provocado por la presión a la que se ha visto sometido de una manera tan desmedida e injusta. El motivo último para pedir su cabeza fue nuevamente mal intencionado y a cuenta de las mangas de la camiseta. Los medios no lo dudaron y asaltaron las redes sociales sin un mínimo sentido del rigor informativo. Pero no nos engañemos, el caso Piqué lleva mucho tiempo cociéndose a fuego lento y los fogones están tan bien localizados que incluso hay algunos que han reculado pidiendo perdón al futbolista para que reconsidere su postura.
No se sostiene cuestionar la profesionalidad de Piqué ya que estamos ante un magnífico jugador con un grado de implicación máximo tanto en su club como en la selección. Su compromiso a la hora de competir con nuestro escudo está fuera de toda duda y ha defendido los colores de España de una forma admirable hasta el punto de dejarse la piel en el intento, por tanto, el pretexto del independentismo simplemente no cuela. Participar en una Diada o pedir un referéndum que él mismo no apoyaría no son motivos de peso para silbar a Piqué en los estadios. Esa base de pensamiento del anti-españolismo es floja de principio a fin.
La realidad de todo es otra bien distinta. Piqué ha sido un verdugo mediático difícil de digerir por gran parte de la prensa más casposa de este país. Cuesta asumir no ser la referencia de nuestro fútbol y que los títulos conseguidos a nivel de club hayan tomado el puente aéreo. Ha sido el altavoz de los éxitos del gran referente del fútbol mundial en la actualidad, y su famosa frase en la celebración del último triplete del Barca "Gracias Kevin Roldán, contigo empezó todo" fue considerando una ofensa intolerable y el punto de partida de una cacería mediática ausente de toda ética periodística debido el ínfimo nivel de los "profesionales" de la información que deambulan por la prensa deportiva de nuestro país, el cual deja mucho que desear.
Bastaría con echar la vista atrás para comprobar que hay casos de jugadores (Kortabarria u Oleger Presas) que no se identificaban con la selección y no jugaron más con la roja o nunca lo hicieron, es una simple cuestión de coherencia con las ideas de cada uno, cosa que en el caso de Piqué no sucede, pero eso no interesa. Lo más gracioso de todo es que basta darse una vuelta por determinadas redacciones, estudios de radios y platós de televisión para ver cómo la mayoría de quienes han iniciado y alimentado todo este absurdo se identifican más con una victoria de Portugal, Colombia o País de Gales que de nuestra propia selección y luego se permiten el "lujo" de ir repartiendo los carnets de patriotas.
Piqué no es ningún santo, es una persona políticamente incorrecta que crea controversia por ser como es: dice las cosas como las siente, y no rehuye ningún tema porque es un deportista que se sale de lo común, al contrario que la mayoría de sus compañeros de profesión y deportistas de este País. Se ha metido en un charco el sólito, era un charco relativamente pequeño, pero muchos han querido hacerlo más y más grande debido al amor a otros colores y no precisamente los de la bandera española, esa bandera la defendemos todos, incluido Piqué.
La realidad de todo es otra bien distinta. Piqué ha sido un verdugo mediático difícil de digerir por gran parte de la prensa más casposa de este país. Cuesta asumir no ser la referencia de nuestro fútbol y que los títulos conseguidos a nivel de club hayan tomado el puente aéreo. Ha sido el altavoz de los éxitos del gran referente del fútbol mundial en la actualidad, y su famosa frase en la celebración del último triplete del Barca "Gracias Kevin Roldán, contigo empezó todo" fue considerando una ofensa intolerable y el punto de partida de una cacería mediática ausente de toda ética periodística debido el ínfimo nivel de los "profesionales" de la información que deambulan por la prensa deportiva de nuestro país, el cual deja mucho que desear.
Bastaría con echar la vista atrás para comprobar que hay casos de jugadores (Kortabarria u Oleger Presas) que no se identificaban con la selección y no jugaron más con la roja o nunca lo hicieron, es una simple cuestión de coherencia con las ideas de cada uno, cosa que en el caso de Piqué no sucede, pero eso no interesa. Lo más gracioso de todo es que basta darse una vuelta por determinadas redacciones, estudios de radios y platós de televisión para ver cómo la mayoría de quienes han iniciado y alimentado todo este absurdo se identifican más con una victoria de Portugal, Colombia o País de Gales que de nuestra propia selección y luego se permiten el "lujo" de ir repartiendo los carnets de patriotas.
Piqué no es ningún santo, es una persona políticamente incorrecta que crea controversia por ser como es: dice las cosas como las siente, y no rehuye ningún tema porque es un deportista que se sale de lo común, al contrario que la mayoría de sus compañeros de profesión y deportistas de este País. Se ha metido en un charco el sólito, era un charco relativamente pequeño, pero muchos han querido hacerlo más y más grande debido al amor a otros colores y no precisamente los de la bandera española, esa bandera la defendemos todos, incluido Piqué.