14 noviembre 2013

La crianza del vino: Botella



De la tierra, su sangre,
de la madera, su vida,
el amor de paladares
será magia que reciba
y el vidrio, ese aroma
para qué Baco bendiga
 

                                                                                                    Fernando Blanco Ortega
 

    Es la denominada fase reductora en el proceso de maduración del vino y en este fase no interviene el oxígeno en ningún momento. Las botellas son colocadas en zonas oscuras, con una humedad considerable y pocos cambios de temperatura. Estarán en posición horizontal para que al contacto con el corcho se produzca un cierre hermético.

    En esta fase el vino se va afinando y redondeando, adquiriendo los aromas que emanan de las sustancias existentes dentro de la botella entre las que no está el oxígeno. Una vez que el vino ha finalizado su etapa reductora y alcanza un óptimo estado de maduración, se considera apto para su consumo.

     La creencia generalizada de que los vinos mejoran cuantos más años pasan desde su guarda no es cierta, ya que existen varios factores que hacen que haya vinos que necesiten más o menos tiempo para alcanzar la madurez.



    El veterano y reconocido enólogo Tomás Postigo, responsable del primer crianza de Protos y cofundador de Pagos de Carraovejas, ha creado sus propios vinos de los cuales tuve el placer de probar hace pocos días el crianza de 2010, su segunda añada.

    De color cereza oscuro con ribetes violáceos y de capa media alta, en nariz se presenta potente con aromas a frutos rojos, tostados y ahumados que se proyectan en la boca con una entrada potente y amplia donde los sabores frutales y la madera son predominantes, un final largó y persistente que lo hace un vino muy bien estructurado, redondo y con una RCP que lo hace todavía más interesante.